El fuerte contrapeso de Disney y la titularidad de los casinos en manos de la tribu de los semínolas condicionan cuantas tentativas en materia de Juego son emprendidas en las Cámaras del Estado norteamericano.
Una de las propuestas pretende habilitar una licencia de casino en el club de golf que fuera propiedad de Donald Trump y en el Fontainebleau Resort, ambos situados en Miami, que es un territorio hasta ahora vetado a la instalación de casinos. Las posibilidades de que prospere son escasas porque además de franquear la resistencia de los lobbies inspirados por Disney y la tribu de los semínolas, la validación final del proceso legislativo requeríría en última instancia el respaldo de la ciudadanía en un referéndum con el 60% de votos favorables.
Otra de las propuestas plantea modificar el status de la actual Comisión de Juego, que otorgaría mayor prevalencia a las consideraciones del Gobernador. Y una tercera referiría la posibilidad de que las salas de juego de cartas (equipamiento muy extendido en Florida) admitan apuestas mutuas sin tener que ofrecer necesariamente carreras de caballos o frontón en el club de golf y en el Fontainebleau Resort.
Las iniciativas en favor de apuestas deportivas en Florida han sufrido varios reveses ante la posibilidad que el status adquirido por los semínolas y Disney en materia de juego pudiera quedar severamente comprometido. El último intento fracasó en 2018 cuando Disney invirtió grandes cantidades de dólares para impedir nuevos juegos de azar en Florida y que posteriormente en noviembre de 2018 halló el respaldo en referéndum. Las paradojas llegan cuando sabemos que Walt Disney ya está en el negocio de las apuestas deportivas a través de su filial Tewnty Century Fox, además de propietaria de la cadena de televisión ESPN, que también cuenta con un importante paquete accionarial en el operador DraftKings.