El sector de Salones de Juego en España sigue vertebrando su realidad desde el principio de la profesionalización y como antítesis a los sesgos ideológicos contrarios a la libertad del individuo y del ciudadano
Es una cuestión cíclica que se ha reproducido asimétricamente en el tiempo en los eventos sectoriales: la armonización autonómica en la España de las Autonomías. Ayer en el Congreso de ANESAR, muy probablemente influido porque el elemento armonizador de normas administrativas y fiscales es un caballo de batalla tradicional de la patronal CEOE en aras de la simplificación administrativa no sólo en España, sino en el ámbito de la UE, el recurso a la ‘armonización sectorial’ volvió a ser un argumento en las dos mesas redondas.
Que aspectos relacionados con la unidad de actuación administrativa, particularmente en el ámbito industrial y fabril, pueden mejorarse es una gran realidad. De hecho, la revista Joc Privat correspondiente al mes de Abril (JP400) evidenció con numerosos ejemplos en un extenso Informe diferentes áreas en las cuales ese campo de gestión administrativa tiene enorme recorrido, pero frecuentemente lo es por las propias carencias de las Administraciones, tanto en cuanto a personal como a medios técnicos para afrontar esa labor.
Las referencias que en el día de ayer se hicieron a la ‘armonización’ yerran porque olvidan que las competencias de las Comunidades Autónomas sobre la materia son exclusivas y esa condición frecuentemente es el propio sector a través de sus representantes el que se encarga de recordarlo a sus respectivos interlocutores autonómicos cuando justamente tienen que defenderlas ante la Administración central, sea cual sea el signo político que la capitalice en cada momento. La reunión del 9 de julio próximo del CPsJ es otro ejemplo paradigmático de lo que un talante armonizador como el defendido por la Administración central del Estado podría ser de letal para las empresas del sector.
Al conjunto de sectores del juego de entretenimiento presencial de titularidad privada las tentativas de ‘armonización’ por la Administración central le han sido tradicionalmente funestas. El mapa autonómico puso en valor un término que el tiempo ha demostrado ser infinitamente más útil: ‘colaboración’. Ese espacio colaborativo interautonómico ha reportado mejores réditos a la evolución misma de los diferentes sectores y el ejemplo de los Salones es muy claro cuando la propia ANESAR a través de su añorado presidente, Pablo Arranz, ya defendía a finales de la década de los 80 una máquina especial para los Salones. ¿Imaginamos a la Administración central del Estado dibujando ese objetivo?
Una vez más el Congreso de ANESAR fue un excelente espacio de interacción sectorial. No tanto para llorar como para clarificar diagnósticos que el secretario General de la asociación, Juan Lacarra, volvió a precisar con su excelente capacidad de síntesis, luego de acumular a lo largo del año las experiencias que inquietan a la empresa operadora de Salón. Y en esa misma tesitura asignar los desafíos a corto plazo del empresariado.
Ramón Cubián, el responsable de Juego en la Comunidad de Madrid, asumió ayer la antorcha de la consideración autonómica que defiende “una regulación sostenible”. Elogió el ejercicio de responsabilidad social corporativa que el sector está desarrollando desde a sostenibilidad y la gobernanza”. Y en ese ejercicio una frase muy relevante: “Los reguladores autonómicos no tenemos nada que ver con la legislación estatal. Regulamos con carácter autonómico. De hecho, en la Comunidad de Madrid nunca ha existido un sentimiento autonomista, pero desde 20218 estamos encantados de ser una Comunidad Autónoma”.
“Centrémonos en normas eficaces y desde el equilibrio. Sí a normativas eficaces, sí a la sostenibilidad de la empresa, sí a la Administración cercana, que es donde queremos estar”, zanjó.