Según el alto tribunal, el gobernador carece de capacidades para alcanzar acuerdos sobre juegos que todavía no han sido aprobados en el Estado y, en consecuencia, están prohibidos.
Revolcón en toda regla para el gobernador de Oklahoma, Kevin Stitt, que a mediados del pasado abril había creído abrir una brecha entre las diferentes tribus indígenas propietarias de casinos en el Estado al sellar un acuerdo por 15 años con los comanches y los otoe-missouria, que capacitaba a los establecimientos de juego de los cuales son operadores la incorporación de apuestas deportivas, ruletas y blackjack.
¿Pueden los 'compacts' (término utilizado para designar las condiciones de explotación de oferta de juego por las tribus indígenas en Estados Unidos) ser renovados automáticamente, o bien requieren una nueva autorización del Estado? Cherokees, Chickasaw y Choctaw diferían del criterio sostenido por Stitt que apostaba por emitir una nueva autorización.
Stitt formalizó el 'compact' con Red Rock, adscrito a la tribu Otoe-Missouria por el que podía construir nuevos casinos en los condados de Logan, Noble y Payne, y con Lawton de la nación Comanche para habilitar nuevos casinos en los condados de Cleveland, Grady y Lou. En ambos casos con posibilidad de explotar apuestas deportivas, circunstancia que la legislación de Oklahoma no aclaraba.
El fallo del Supremo pone en un brete a Stitt y otorga la razón a las tribus que se oponían al 'compact' firmado por el gobernador.
Las tribus indígenas de Oklahoma disfrutan del derecho exclusivo para operar casinos bajo la fórmula del 'compact', cuyos establecimientos nada tienen que envidiar de los existentes en Las Vegas. La facturación en algunos de ellos superan los 2.000 millones de dólares anuales, lo que significa un impacto vía impuestos cercano a los 200 millones, básicamente destinados a centros escolares.